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El papel de villano le sienta bien
Cristiano Ronaldo a veces se gana la reprobación, tiene sus defectos como todos, y es posible que le guste el papel de villano, pero a veces pareciera que la emprenden contra él con demasiada liviandad.
De chico lindo a villano
El futbolista portugués es el deportista mejor pago del mundo, algo poco frecuente proviniendo del fútbol. Acaba de conquistar su tercer trofeo de Champions League, acumula palmarés y récords de todo tipo y providencia, pero no aplica para jugador más querido del planeta. Sus defectos lucen más vendibles para los medios, que sus virtudes; sus berrinches, sus gestos malhumorados con los logros de otros, su narcisismo, y a veces la mala vibra, los deslices personales, un envoltorio que tapa aspectos verdaderamente elogiables como la donación de la prima por la Champions a una ONG, y sus habituales campañas y donaciones a la infancia.
Cristiano es el villano que vende si hace goles y vende si no los hace.
Días atrás se celebró con furor el penalti que falló ante Austria, lo festejaron todos, salvo la afición lusa, la del Real Madrid, y los fanáticos de su juego en todo el planeta. La cuenta simple diría que hay una mitad del mundo que se mofó de él.
A Cristiano no le está yendo bien en la Eurocopa, no ha podido llevar a su selección al triunfo (dos empates) y sigue teniendo sus modos de siempre, que le juegan en contra. Algún estigma debe generar el madridismo, que tampoco es el club más querido del mundo.
Cristiano tiene los defectos de cualquiera de nosotros, porque lo que no es terrenal se queda en el dominio de sus jugadas y sus talentos. Cuesta encontrar en la memoria un jugador tan grande al que se le haya faltado tanto el respeto personal. La antipatía no es un don, sino más bien una maldición, que le resta brillo a todo lo bueno que hace, que consigue cuando rueda la pelota. Se le desea el tropezón antes que el acierto y no es posible vislumbrar en él un cambio que sepulte los viejos prejuicios que ha construido por ser como es.